Me miré en el espejo y vi una mujer bella.
No entendí y seguí con mis asuntos: lavarse los dientes y dar un poco de color a los labios.
A medida que realizaba las acciones sin mucha ciencia, la mujer del espejo lo hacía con gracia y esplendor, como si fuese una flor naciente, y por sobre todo, que sabía lo que hacía con seguridad.
Yo la miré, y no entendí.
Y no entiendo por qué no calzo con ella. Soy bella pero no me siento así, ni lo reflejo; vivo día a día hacia mis adentros (sin fijarme como soy por fuera), entonces cuando logro ver como luzco por fuera, se produce un roce y no me reconozco.
A decir verdad, me gustaría sentirme como la mujer del espejo por dentro y por fuera, porque por dentro, siento como si las flores estuvieran tapadas por una enredadera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario