jueves, 29 de diciembre de 2011

La vida hay que vivirla y no soñarla todo el día

Ya no recuerdo si fue un martes o si fue un sábado alguna vez feliz cuando nos juntamos quizás hace meses. Resulta que es inútil recordarlo; recordarlo es obsesivo. Es como si el pasado se tuviera que destruir para dejar espacio al futuro, aunque sean los mismos recuerdos olvidados los que se materializan de la misma manera en el futuro (y de esta manera puede llegar a ser posible recordarlos). Es un ciclo.

Bueno, el ciclo es exactamente como comer: un día comes pollo, al otro pescado, etc, una infinidad de sabores que en algún momento repites. Tal vez te acuerdas de la última vez que comiste fideos y ya los estás comiendo de nuevo, o puedes no acordarte y que no le des importancia (esto es lo más común en todo); lo importante, te puede parecer, es que hoy estás comiendo fideos. Entonces ya sin darte cuenta, estás siendo parte del ciclo; estas siendo parte de uno de los tantos ciclos en los que funciona la vida: el tiempo, el sueño, la respiración, la misma vida... que se yo, solo que en este caso, estoy hablando de un ciclo psicológico.

Para algunos puede sonar deprimente, pero lo deprimente es vivir y sentir momentos y guardarlos en la memoria sin volver a sentirlos nunca más en la vida, se transforman en añoranzas. Por eso es que rehacer cosas que fueron recuerdos (olvidados o no), no es malo. La vida hay que vivirla y no soñarla todo el día. Quiero decir... si hay algo que te encanta hacer, un simple ejemplo: comer pizza, ¿qué hay de malo en comer pizza una vez al mes o cada dos meses o (mejor dicho) cada vez que se pueda? No hay nada de malo si a ti te encanta.



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