Las
maletas están descansando en el portal y la casa está vacía. Con un poco de
polvo pero los muebles y las historias plasmadas en las paredes siguen
intactas, gracias a las grandes sábanas blancas que las cubrieron. Vuelve de un
viaje lejos, quien sabe a dónde. Solo dijo “voy y vuelvo pronto”, pero en
realidad no sabía a dónde iría ni cuando regresaría.
Revisa la
correspondencia y envía algunas cartas. Apenas recorre la casa. No quiere
recordar cómo se sentía hace unos meses atrás, o incluso hasta hace unos años atrás.
No quiere recorrer los mismos pasos en la eterna realidad. Al menos ahora no, pero
sin embargo se siente bien por estar en casa.
Afuera,
a pesar de sentirse perdida la mayoría del tiempo, aprendió cosas, o al menos
entendió los conceptos de la vida real; la vida más allá de su pequeñita casita.
Por eso ahora pretende quedarse en casa pero no por eso encerrarse en ella,
sino también invitar gente y salir a disfrutar.
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